miércoles, 18 de septiembre de 2013

Un Don del Nilo

Frontispicio de Panorama de Egipto y Nubia,
vista del valle del Nilo desde Alejandría hasta la segunda catarata.
Hector Horeau (1841). 
Frontispicio de Panorama de Egipto y Nubia,
vista del valle del Nilo desde la segunda catarata hasta Alejandría.
Hector Horeau (1841).
Heródoto de Halicarnaso presenta aquí los resultados de su investigación para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones humanas y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del conflicto que enfrentó a estos dos pueblos.
(Primer párrafo de "Los 9 libros de la Historia) de Herodoto.


En verdad que acerca de este país discurrían ellos muy bien, en mi concepto; siendo así que salta a los ojos de cualquier atento observador, aunque jamás lo haya oído de antemano, que el Egipto es una especie de terreno postizo, y como un regalo del río mismo, no solo en aquella playa a donde arriban las naves griegas, sino aun en toda aquella región que en tres días de navegación se recorre más arriba de la laguna Meris; aunque es verdad que acerca del último terreno nada dijeron los sacerdotes. Otra prueba hay de lo que voy diciendo, tomada de la condición misma del terreno de Egipto, pues si navegando uno hacia él echare la sonda a un día de distancia de sus riberas, la sacará llena de lodo de un fondo de once orgías (medida de 4 codos o 6 pies según Herodoto, de 10 pies según Plinio). Tan claro se deja ver que hasta allí llega el poso que el río va depositando.
(Herodoto, "Los 9 libros de la historia", libro II, Euterpe).

La identificación de todo el país con la región del delta, que Heródoto atribuía, como hemos visto, a los pensadores jonios, y su extraordinaria fertilidad fueron seguramente las razones que hicieron acuñar a Hecateo [de Abdera] la célebre expresión que calificaba a Egipto como un don del Nilo. Heródoto, en cambio, en una muestra más de su aparente hostilidad hacia sus antecesores, criticaba esta concepción, aduciendo razones de índole histórica pues el delta era de formación reciente y de haber sido las cosas tal y como imaginaban los jonios, habría habido un momento en la historia de Egipto en que sus habitantes habrían carecido propiamente de país sobre el que habitar. No obstante, y a pesar de las críticas vertidas, Heródoto no duda en reconocer las cualidades agrícolas excepcionales que adornaban esta zona de Egipto. 

("Egiptomanía. El mito de Egipto de los griegos a nosotros”, de Pérez Largacha y Gómez Espelosín).